Gustavo Quesada Vanegas (1947-2021)
(Tomado del blog: Pensar, Crear, Resistir,
de Omar Ardila)
La muerte: el hueco infame en la memoria
Para darle
inicio a este homenaje póstumo, he cambiado la pregunta que se hacía el poeta
Gustavo Adolfo Quesada Vanegas en su poema "Todos se mueren", el cual
aparece en el libro Uno lleva su cuerpo, publicado por la editorial
colombiana Común presencia editores en 2012. "¿Será la muerte / El hueco
infame en la memoria?", era la pregunta con que cerraba este inolvidable
poema, la cual, he decidido cambiar para darle un tono afirmativo, ahora que
muy seguramente, el mismo Gustavo Adolfo, ha podido corroborarlo: La muerte es
el hueco infame de la memoria. Aunque quizás, detrás de esta afirmación subyace
una potencia que nos permitiría seguir haciendo volteretas a nuestro favor. Si
la muerte halla un hueco en la memoria y se desliga de su infame acto que sería
el olvido, entonces se nos abre una puerta para la resistencia ante la muerte
que, como diría Sartre, es para los otros. Divagaciones, apenas...!!! pues lo
que fundamentalmente me ocupa en este momento es el brindarle una despedida
literaria a este creador, con el que no tuve una cercanía permanente (apenas sí
hablamos en dos o tres ocasiones), sin embargo, su disponibilidad decidida para
apoyar las causas en las que se reivindicaban las voces de los excluidos, no
pasó desapercibida y me hice a la idea de que era uno de esos sujetos con los
que se podía contar en los momentos en que era necesario levantar la voz. Lo
recuerdo específicamente cuando, como firmante de la carta solidaria de los
artistas para apoyar al pueblo palestino, que gestionamos desde Colombia, se hizo
presente en el acto cultural que dio cierre a esta convocatoria y nos compartió
varios de sus textos con el brillo en sus ojos y la contundencia de su palabra.
Asimismo, lo recuerdo en las jornadas del gran paro del 2019, cuando alcanzamos
a ilusionarnos con la potencia de esos cuerpos que se lanzaron a las calles con
la certeza de que era necesario detenernos ante el automatismo para luego
avanzar en las luchas.
Gustavo
Adolfo Quesada fue también historiador, ensayista, narrador, docente, pero el
eco (no infame) que aún resuena en mi memoria es el de la poesía, razón por la
cual, los dejo con una selección de sus poemas. Sin duda, volver una y otra vez
sobre ellos, es el mejor homenaje que podemos hacerle.
TODOS SE
MUEREN
Tan
sencillamente
Como pasar
las hojas de los libros
Me aquieto en
mi rincón
Me tomo el
pulso
Me pregunto
¿Cuándo seré
la hoja
Que termina
el libro?
Pasan los
días
Y sin embargo
sigo respirando
¿Será la
muerte
El hueco
infame de la memoria?
ME ENCUENTRO
MIDIENDO LA DISTANCIA
Acudo a tu
mirada
Para saber
cuánto me falta
Todos los
días la peste asola una ciudad
Y mientras
tanto
¿Tú cuentas
las gotas de rocío
En la
ventana?
¿No sabes que
nos están cercando
Las montañas?
¿No has
percibido
Que estos
días son más cortos?
¿No observas
Las sospechas
bailando en la ciudad?
Continúo
midiendo la distancia
UNOS LLEVA SU
CUERPO
Lo estruja
Lo macera
Lo suaviza en
aromas
Lo templa en
el sol En la lluvia
A veces
quisiera
Dejarlo abandonado
Pues se gasta
el infiel
Como se
gastan las camisas
Otro día lo
sublima
Para rozar
muy suavemente
Lo que anhela
un tenue roce
Pero entonces
¿Cómo hacer
que permanezca?
Por ejemplo
ayer
Estuvo muy
cerca del delirio
Hoy el
delirio se acomoda
En un sitio
de añoranza
¿Dónde se
llevan los recuerdos
En qué lugar
se guardan?
El cuerpo los
lleva
Los
transporta
Y se inclina
en la tarde la derrota
Uno lleva su
cuerpo
Quisiera
abandonarlo
Cuando lo ve
tan corto
Tan gastado
Pero es tan
dúctil
Tan buen
acompañante
QUE NO SE
APAGUE ESTA LUZ
Atrás siempre
silencio
Hacia lo
porvenir siempre silencio
¿Nada más?
¿Y ese fluir
del aire?
¿Y la
murmuración del pulso?
Que no se
apague esta luz
Por lo demás
que empiece
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