Entrevista con la poeta Luisa Fernanda Trujillo (2a. parte)
“Hace 4 años inicié una conversación con la muerte”
Entrevista con Luisa Fernanda Trujillo Amaya
Por Isaías Peña Gutiérrez
(El 13 de julio de 2020, el diario El Tiempo,
de Bogotá, publicó una síntesis amplia de esta entrevista, que ahora transcribo
completa, pues, por razones de extensión, el diario no pudo hacerlo en aquella
ocasión. Esta es la segunda de tres partes).
5. ¿Cómo llegaste, si ya era un poco tarde, a escribir, de nuevo, poesía? ¿Qué
motivó el nuevo impulso?
De soslayo, prendada (2010) |
Solemos pensar,
equivocadamente, que se “llega tarde” a algo, en este caso, a escribir poesía,
bajo la influencia errada del cronómetro o del calendario. Siempre se llega a
tiempo. La poesía llegó a mí a temprana edad. Empecé a escribir desde muy
joven, pero solo fui consciente de que lo que escribía podía ser publicable ya
siendo adulta. La decisión de publicar mi primer libro de poemas De soslayo, prendada se hizo en el 2010.
Un libro que recoge mis primeros poemas, escritos varios de ellos en mi
adolescencia, en mi juventud. Algunos como borradores que fui puliendo de la
mano de dos buenos maestros. Esa primera publicación y la recepción favorable
que tuvo, me dio cierta seguridad. A partir de allí escribo casi a diario. La
escritura de poesía la siento como una respuesta que no responde propiamente a
los “impulsos”; es decir, a los factores externos. Yo pensaría que responde más
a las pulsiones, a esa necesidad intrínseca e individual que hace de la palabra
una eclosión. Lo otro son las motivaciones. En mi caso en particular, las
motivaciones se encuentran en mi devenir diario, en el diálogo que asumo con
los sucesos y los acontecimientos que dejan ver las fisuras entre lo personal,
lo individual y lo colectivo.
6. Los libros que surgieron desde ese renacer, ¿aparecieron en algún orden
predeterminado? O, ¿fue un poco al azar? ¿Cuáles fueron esos títulos?
Trazo en sesgo la noche (2012) |
Mi vida no se ha
caracterizado propiamente por ser muy planificada ni predeterminada. No sé qué
tanto el azar pudo intervenir. Prefiero pensar en una serie de confluencias. Con
la publicación de un poema o de un libro pasa como cuando se lanza una piedra
al agua. La combinación de la densidad de la piedra y la asertividad en su
lanzamiento sobre la superficie del agua hacen que pueda pasar dos cosas: que
la densidad de la piedra y el impulso sean tan débiles que el golpe de la
piedra sobre el agua no haga hondas, o que, el tamaño de la piedra, su densidad
y lo atinado del impulso sobre ella hagan que la piedra arrojada multiplique un
sin cesar de hondas sobre el agua, cada vez más amplias y constantes. Pasa
igual con los libros. Una vez publicado mi primer libro, se suceden y
precipitan una serie de encuentros con escritores, poetas, editores, y con el
mundo digital. Desde el 2009 había abierto una cuenta en Facebook en la que
cada semana escribía y publicaba un poema. Un poema que escribía casi a manera
de escritura automática y lo iba puliendo en el transcurso de la semana. Una
especie de ejercicio de escritura en vivo, o por lo menos a mí eso me parecía. Las
personas en las redes comenzaron a leer los poemas, a comentarlos y a compartirlos.
Al principio recibí críticas de algunos poetas por ese ejercicio. Críticas que
respondían a prejuicios sobre el mundo digital y la utilización de las redes.
Hoy en día muchos de ellos son activos en el mundo digital. De ese ejercicio y de
la divulgación en línea de mis poemas, sumados a la aparición del primer libro
en el 2010, comencé a recibir propuestas editoriales para la publicación de mi
poesía. Fue el caso de la Decanatura Cultural de la Universidad Externado de
Colombia que me invitó en el 2011 a hacer parte de la colección Un libro por centavos con una antología que
recoge algunos poemas del primer libro más lo escrito entre el 2010 y mediados
del 2012. Una antología personal que lleva por título Trazo en sesgo la noche, que, por su alcance nacional y su acertada
divulgación, me dio a conocer. Fue, precisamente, un ejemplar de ese libro que
entregué, como solemos hacer los escritores, al poeta, traductor e hispanista
italiano, Emilio Coco, con la sorpresa, para fortuna mía, que le gustó mi
poesía. Un año después de haberle entregado el libro, me propuso traducirme al
italiano y publicarme otra antología personal en la colección de poesía
latinoamericana de la cual Emilio Coco es traductor y curador. Un libro que
nace a la luz en el 2017 con el título En
tierra, el pájaro olvida cantar, y que sería el inicio de un diálogo con el
mundo poético y editorial en Italia. En el 2018, Emilio Coco me sugiere hacer
una antología que reuniera los poemas de amor en un solo libro. Al principio
tuve dudas, tal vez por el prejuicio que desafortunadamente rodea el tema desde
algunos círculos poéticos en Colombia. Sin embargo, la propuesta de Emilio Coco
fue bastante sugestiva y decidí aceptarla. A mediados del 2019, se publicó en
Italia bajo la traducción y curaduría de Emilio Coco, Mi por siempre jamás, en edición bilingüe (italiano-español), con
el sello de Giuliano Ladolfi Editore, por el momento, mi más reciente libro
publicado.
En tierra, el pájaro olvida cantar (2017) |
7. ¿Llegas a la poesía en el mejor momento?
Me cuesta un poco
identificar cuál puede ser el mejor momento para algo. He sido poco estratega. Lo
que podría decir es que el haber tomado la decisión, ya en edad adulta, de
dedicarme a la poesía, definitivamente, marcó mi vida en un antes y un después. Un
antes que se caracterizó por búsquedas y un después que se ha caracterizado por
encuentros.
(Mañana, miércoles 18, publicaré la tercera parte de la entrevista, donde la poeta Luisa Fernanda Trujillo habla de sus poemas y poetas preferidos, de la síntesis y la extensión en el poema y la narración, de las herramientas del poema de adentro y de afuera, y de las relaciones con la peste y con la muerte).
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